Busca un lugar cómodo en casa donde nadie te moleste y si es posible ponte una música relajante instrumental que te inspire o un espacio donde haya silencio.
Siente tu cuerpo y busca una posición cómoda, mejor tendida boca arriba, con las almohadas alrededor si quieres que apoyen tu cabeza, si tiendes a dormirte busca una posición sentada con la espalda recta, hazlo con ropa cómoda o desnuda, puede que te guste tenderte frente al sol o bajo la luz de luna llena, o puede que te sientas más cómoda en la intimidad de la oscuridad.
Un buen momento para realizar esta meditación es cuando estás menstruando ya que en estos momentos estamos especialmente sensibles a nuestro útero. Pon las manos en tu barriga, cierra los ojos y relaja el cuerpo, en cada expiración siente como se liberan todas las tensiones, siente como se las lleva la tierra.
Deja que tu mente recorra todo el cuerpo, siente tus pies, tus piernas y el peso de tu cuerpo, el contacto de tu piel con la ropa y tu temperatura, tus brazos, las piernas y las manos y el ritmo de tu respiración. Por último toma conciencia de la totalidad de tu cuerpo, sin forzar nada pon atención en el contacto de las palmas de las manos en esa zona del bajo vientre. Siente el calor que emana de tu vientre y disfrútalo, no hagas nada más por un buen rato, sé consciente de todos tus sentimientos y si existen rigideces o tensiones deja que cada respiración te lleve a un estado de más tranquilidad y apertura.
Siente el latido que proviene de tu barriga, es el latido del útero, deja que sea él quien te conecte en todo momento con esta zona, deja que el latido y el calor de tu cuerpo te invadan y recorran el camino del útero al corazón y del corazón a todo tu cuerpo, volviendo la energía al útero de nuevo.
Ahora concéntrate un poco más atentamente en el útero, las trompas de Falopio se encuentran a cada uno de sus lados, y los ovarios en sus extremos. Céntrate en uno de tus ovarios y luego en el otro. Tal vez ahora visualiza como el útero aumenta de tamaño hasta abarcar todo tu cuerpo. Siente como las trompas de falopio se extienden desde tus hombros y visualiza tus brazos, que se abren como ramas y están cargados de huevos cual si fuesen frutos en tus manos. Deja que la energía creativa de tu útero emerja desde tu interior, circule por tus brazos y llegue hasta tus dedos hasta hacerlos hormiguear, asimila completamente la imagen de tu útero, poco a poco baja los brazos y deja que el útero vuelva a su tamaño normal. Reconoce mentalmente su presencia y luego toma conciencia el resto del cuerpo. Abre los ojos y respira profundamente.
Después de este ejercicio puede que quieras hacer algo creativo, bailar, pintar, pasear... no tiene porque ser algo especial pero si sientes que quieres hacer algo con la energía que esta meditación te ha generado, hazlo y si es algo escrito o pintado guárdalo. Termina con un agradecimiento y reconexión contigo misma, con el cosmos y con la tierra.
Aceptar todo lo que ocurre durante la meditación y respirar. Es hermoso.
Texto tomado del libro Mujer: cree en tí, de Bea Indigo
Fuente: www.vocesancestrales.blogspot.com
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