Cuando pensamos... quien piensa?


No´j es el abuelo de la sabiduria.
Nos conecta con el misterio del pensamiento, su origen.
Cuando pensamos.... quien piensa???
Somos pensamiento... pero el pensamiento de quien?

Atravesemos las voces que nos hablan desde el pesamiento para hacer y no hacer... las voces que nos juzgan y con las que juzgamos...
Atravesemos las voces de todos los miedos. Ellas han formado circuitos cerebrales y nerviosos que son dictadores autorizados por nosotros mismos, con tal ignorancia que ni siquiera nos damos cuenta de que existen.
Con ellos decidimos, con ellos hacemos todo lo que hacemos.
Somos victimas de nuestra propia estupidez que permite la invasion de la mente, la instalacion de logotipos que desde lo mas intimo del pensamiento nos dominan.
Somos dueños de nuestro pensamiento???
Vaciar la mente es una enseñanza de la sabiduria indigena y de todas las formas verdaderas de la espiritualidad.
Gracias espiritu NO¨J... Gracias gran misterio por la semilla de tu pensamiento en mi, gracias por ser Tu sueño, guiame para que, atravesando todos los miedos, lo pueda realizar en este tiempo y para la continuidad de la vida.

Fluir!


" Ya me di al poder que a mi destino rige.
No me agarro ya de nada, para asi no tener nada que defender.
No tengo pensamientos para asi poder ver.
No temo ya a nada, para asi poder acordarme ya de mi.
Sereno y desprendido,
Me dejara el aguila pasar en libertad"


"el don del aguila"
Carlos Castaneda

Gracias...


Gracias por la belleza y la capacidad de sentirla. Gracias por el cuerpo y la perfección de su diseño y funcionamiento, portador de vida y de secretos que necesitamos descubrir para ampliar la conciencia.

Gracias por el corazón, el cerebro, los ojos, la piel, los oídos.

Gracias por las manos que encienden el fuego y trabajan, gracias por las montañas, por la selva, por el desierto y las planicies.

Gracias por los ríos, los arroyos, el mar.

Gracias por las piedras y los cristales. Gracias por los árboles. Gracias por el cielo que vemos desde la tierra, en las noches y en los días.

Gracias por el fuego que enciende el tabaco, medicina que alinea el pensamiento y la palabra.

Gracias por sentir la necesidad de agradecer y darnos cuenta de que esa vibración es sanadora.

Gracias por el conocimiento que heredamos de los antepasados, que es el que nos guía para caminar y volar, cuidando la vida para las futuras generaciones.

Abuelo Tooj.

Autoboicot, cuando nos convertimos en nuestro peor enemigo.


“Es mejor ser dueño de tus silencios que esclavo de tus palabras.”


dicen..... Soy todo una estrella del autoboicot. Lo pongo en practica en tantas cosas que me dan placer o me hacen bien..


Esta muy relacionado con la impulsividad....


Causas
Clásicamente, se asocian con la impulsividad tres conceptos básicos que se entrelazan en la comprensión del comportamiento impulsivo: el actuar sin pensar, la velocidad incrementada en la respuesta y la impaciencia. Al estudiar tal unión conceptual, vemos que surgen otros indicadores estrechamente relacionados: un bajo control de sus impulsos y poca tolerancia a la frustración.


"Había una vez un rey mortalmente herido..este rey padecía un dolor de estomago atroz que lo estaba carcomiendo por dentro. Sus subditos y consejeros mandaron a llamar a médicos de todos los confines de la tierra para curar a su rey. Hasta que llegó un sabio desconocido, que se abrió paso en la corte, llevando en su mano una pócima de color fluorescente. El sabio irradiaba serenidad, calma y confianza, hasta el rey mismo pareció mejorarse ante su presencia. "Rey mio , te traje un elixír que curará tu dolor, solo tienes que tomarlo y estarás curado". El rey lo miró con sorpresa y emoción, ya que no podía creer que su dolor mortal pudiese acabar tan rápido. Estaba a punto de ingerir el elixir , cuando se detuvo y procedió a devolverselo al sabio. "Te agradezco mi querido sabio, pero temo que si me tomo este elixir me de dará acidez estomacal...."


¿En qué momentos de tu vida actúas como el Rey Herido?


¿Sos conciente de los elixires que tenés a tu alcance para sanarte?

Tantra: Sexualidad sagrada



¿Sabes qué es el Tantra?
El arte y la ciencia de la canalización correcta de la energía
SEXUALIDAD SAGRADA
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El Tantra es la búsqueda del sí-mismo-esencial, es la búsqueda de tu verdadera naturaleza, la búsqueda de la libertad. No es la búsqueda de la sensualidad, del libertinaje, del placer por el placer
El Tantra no se reduce al sexo.
¡Abre tu mente!

¿Qué es el sexo tántrico?
El sexo tántrico pone énfasis en el cuerpo, y en la energía, acepta el cuerpo como algo sagrado, el deseo se entiende como trascendencia y el sexo es una fuente de placer.

Se desarrolló en la India y en Oriente y considera importante que el hombre no eyacule porque la energía que se liberaría con la eyaculación 'hacia afuera' -lo que se entendería como una pérdida- puede utilizarse transformada para que la energía ascienda y active los siete chakras de la conciencia. El tantra no usa el sexo como descarga sino como intercambio de energías masculina y femenina.


La energía circula automáticamente al hacer el amor, pero a menudo se pierde debido a la falta de consciencia. Lo importante es familiarizarse con la sensación de un flujo libre de energía a fin de reconocerlo conscientemente.
Es de gran importancia hacer circular la energía sexual, en lugar de perderla; esto puede lograrse colocando conscientemente las manos sobre algunos de los chakras y dirigir mentalmente la energía a esos chakras.
Cada Orgasmo, Masculino o Femenino, es una explosión cósmica de energía vital que en un ciclo de reciclaje se integra con la energía vital del Universo, para retro-alimentarse y general más estados de conciencia. Es el estado puro del Prana en conexión con el todo.

La sexualidad es la parte principal de nuestra vida, el motor y la fuente de energía. La podemos vivir como algo hermoso y creativo que nos impulsa a desarrollarnos en un estado de plenitud y gozo, o la podemos vivir privándonos de lo natural, la libertad y el placer.

Negarse a todo eso es como negarnos el respirar, llevando cadenas invisibles que nos hacen sentirnos prisioneros manteniendo relaciones insatisfactorias o buscando la solución en nuevas relaciones.

¿Cuáles son sus principios?
Para el sexo tántrico, el amor sexual es como una danza, un despliegue de energía que va de un cuerpo a otro, se asciende del placer carnal, de la estimulación de los sentidos al sentir de la energía y a la apertura de conciencia hacía la eliminación de miedos y tabúes.
En el tantra, el sexo ocupa un lugar destacado, tiene una connotación sagrada y se desarrollan prácticas y ejercicios para potenciar la energía sexual en el individuo y en la pareja. Osho señalaba que “El hombre tiene siete centros, y cuando los centros de una mujer están en sintonía con los de un hombre, sienten una unión absoluta, una unidad”.
La sexualidad, fuente de vida, es una herramienta que le permite al ser humano integrarse con el todo, es una fuerza poderosa y divina, que bien encaminada puede ser utilizada para alcanzar la iluminación y llegar a elevados estados de conciencia. No se trata de tener sexo por diversión; el cuerpo es el templo del espíritu y con la sexualidad se expresa la energía creativa, para transformarla en progreso espiritual.



La sexualidad como meditación





Swami Arhat, un seguidor de Osho, dice: “Si vas a hacer el amor, es importante que vivas el momento, te entregues, estés presente y respires profundamente.
El tantra busca activar tus puntos energéticos con ejercicios de meditación que te permiten sensibilizar el cuerpo, calmar la mente, aquietar las emociones y entrar en contacto con lo divino, un elevado estado de conciencia.



Es preciso que si eres mujer contactes con tu lado masculino para conocer a tu pareja, darle placer y conectar con él”.
“Puedes meditar cuando haces cualquier actividad, pero la sexualidad con todo su poder se vuelve uno de los caminos más directos a la iluminación y a distintos y profundos estados de conciencia. Pero todo depende de la forma en que se practica. El compromiso, la dedicación y la seriedad con que se lleve a cabo la sexualidad hará más o menos efectiva su práctica”, asegura Arhat.
Encontramos el control de la eyaculación para mejorar la relación sexual y potenciar la energía masculina. Se trata de retener la excitación sexual a través del control de la respiración y valiéndose de técnicas de control muscular.
Asimismo, el control eyaculatorio tiende a una mayor relajación y al disfrute más prolongado de la actividad sexual. En una relación sexual común y corriente, el final del acto es el clímax, el orgasmo. Pero sin llegar al orgasmo, la pareja puede tomarse más tiempo y explorar otras partes de sus cuerpos. En el tantra no hay un fin, sino un aquí y ahora, que te permite centrarte en el momento en que vives.


En la cultura occidental orientada hacia los logros, el orgasmo está considerado como el objetivo del sexo, especialmente en el caso de los hombres. En el tantra, la satisfacción femenina y el orgasmo son muy importantes, pero el orgasmo masculino debe demorarse para prolongar la dicha.

Para encontrar a Dios no hay que prescindir del sexo ni de la celebración, ni hay que renunciar a la vida. Reprimir el sexo, rechazarlo o entregarse al otro extremo, la lujuria, nos aporta, también, innumerables problemas psicológicos y espirituales. Más bien, deberíamos aprender que libertad es muy diferente a libertinaje y que el sexo debe estar unido al amor, pues es de esa manera como la vida se disfruta, se vive y se aprende. Si no hay amor en nuestras vidas, si hay miedos, morimos antes de morir.


Miedo al abandono vs. miedo invasion


El miedo al compromiso tiene como fondo el temor a la entrega, el miedo al amor y sus implicancias. Es muy difícil entregarse verdaderamente. Puede haber una pareja, puede haber un matrimonio de años y sin embargo puede no haber entrega.

Cuando nos entregamos estamos en carne viva, sentimos intensamente y nos acercamos al más preciado tesoro: ser queridos incondicionalmente.

Sin embargo no hay mapas para la aventura del amor, no sabemos por donde irá, no podemos encerrarlo o controlarlo, no podemos garantizar que el otro estará allí siempre. El otro es el otro y corremos el riesgo de ser heridos.

Llegar al bienestar de la intensa conexión que da la verdadera entrega inaugura la posibilidad de la pérdida de ese bienestar y así aparece el miedo. Este temor se representa en dos miedos básicos que aparecen en las relaciones íntimas: el miedo al abandono y a la invasión. Son temores que traemos desde nuestras primeras relaciones significativas y que la vida de pareja actualiza y aviva. Allá lejos, cuando éramos niños aparecieron nuestras primeras frustraciones, es así que sufrimos las primeras sensaciones de no ser queridos a la manera que necesitamos, o de no sentirnos valorados lo suficiente. De la misma manera, según el comportamiento de nuestros padres, quizás hayamos sufrido el temor a ser invadidos emocionalmente. En cualquier caso buscamos los recursos para defendernos. Así creamos una «personalidad».

La personalidad puede ser vista como un intento de defendernos del dolor del abandono o del temor a la invasión. Es una construcción que crea estrategias para ser queridos o para no ser invadidos según sea el caso. Pero esa personalidad es una coraza defensiva que nos aleja de lo que sentimos, de nuestras necesidades, en definitiva, de nuestro ser.

La personalidad es frágil, es la que siente miedo a la entrega y si bien nos ayuda a funcionar en ciertos terrenos, en las relaciones íntimas puede convertirse en un freno que nos impide el contacto verdadero con el otro cuando, sin darnos cuenta, crea conductas que evitan la entrega ya que «si no me entrego no estaré sujeto a pérdida o a invasión alguna». La personalidad «nos defiende» de esa posibilidad con una estructura estable y predecible. En ciertos aspectos parece una ventaja tener una «personalidad estable» pero esa fortaleza y seguridad se va transformando en rigidez y temor a ser desestabilizado.

Y el amor nos desestabiliza, el amor da miedo porque no escucha nuestros razonamientos, sigue su propio camino, no lo podemos controlar, «perdemos la cabeza». Podemos escuchar al amor, podemos seguirlo, pero no podemos dominarlo. Cuando nos abrimos a él lo hacemos a la posibilidad de perderlo. Es así que el compromiso, la entrega al amor, nos enfrenta a nuestra vulnerabilidad.

Hay mucho miedo a la vulnerabilidad, peleamos constantemente con ella, y vivimos añorando la invulnerabilidad. Hay una cultura donde se refuerza la noción de invulnerabilidad, sin embargo no hay camino de salida si no la aceptamos. Si tenemos la fortaleza de reconocernos vulnerables dejamos de estar asustados y preocupados por lo que pueda pasar sino que nos entregamos blandamente a lo que la vida nos trae, porque en definitiva la vida pasa por donde ella quiere y no por donde nosotros la quisiéramos hacer pasar. En nuestra sociedad se confunde vulnerabilidad con debilidad, cuando en realidad se necesita mucha fuerza para reconocer que somos vulnerables.

Entre el abandono y la invasión :

Es interesante observar la dinámica de la pareja cuando uno de ellos sufre el miedo a la invasión y el otro sufre el miedo al abandono. La situación más conocida (aunque bien puede darse al revés) es aquella donde la mujer sufre el miedo al abandono y el hombre a la invasión. En este caso la mujer, que abriga el temor a ser abandonada, se cubre de esa posibilidad mediante la acción, despliega estrategias de acercamiento y cercamiento que supuestamente evitan el abandono. Ese movimiento de acercamiento hace que el hombre se sienta invadido golpeando justamente en su miedo básico y se genera un alejamiento preventivo que realimenta la sensación de abandono cerrando el círculo vicioso. Es importante observar que detrás de todos estos movimientos hay miedo al dolor.

El miedo al abandono: es tan profundo, genera tanta ansiedad que a veces puede elegirse la soledad antes que someterse a él. Cuando los sufrimos no queremos separarnos del otro y solemos reclamar por su lejanía y su falta de entrega demostrando lo entregados que estamos nosotros, sin embargo, muchas veces no hay una verdadera entrega por parte de quien teme ser abandonado. Los movimientos de acercamiento hacia el otro no siempre son sinónimos de entrega. Cuando se intenta poseer, prevenir o directamente invadir no hay entrega verdadera al otro, hay entrega cuando se acepta lo que hay.

Naturalmente podemos elegir irnos si no nos gusta o si no nos alcanza lo que hay, pero existe verdadera aceptación cuando el corazón le dice sí al otro tal cual es. Cuando eso sucede aparece esa confianza básica que permite desarrollar la capacidad de espera confiando que el otro se acercará y esta apertura y confianza es siempre contagiosa. De todos modos si tenemos que enfrentar las señales que indican que eso no ha de suceder necesitamos confiar que podremos transitar el inevitable dolor.

El miedo a la invasion:, por su lado, es el temor a dejar de ser uno mismo, hay una necesidad tan grande de satisfacer al otro que se posterga el propio deseo. Esta es una situación típica en los hombres que necesitan proveer, satisfacer y hacerse cargo del bienestar del otro. La figura del hombre proveedor, capaz de proveer desde los bienes materiales hasta la felicidad, está muy arraigada. Y la preocupación por satisfacer el deseo del otro puede invadir de tal manera que dejemos de ser nosotros mismos.


Saliendo del círculo:

En el caso del miedo a la invasión el camino que propongo es tolerar el disgusto del otro, poner límites y perder el miedo a decir que no. A veces esto implica trabajar con la omnipotencia ya que uno piensa (y los hombres en especial) que pueden resolver todos los problemas del otro. Sucede que uno no tiene el poder necesario para resolverle la vida al otro, no somos los dueños de su felicidad, especialmente cuando hablamos de antiguas heridas internas. En cuanto al miedo al abandono se hace necesario desarrollar la confianza y la capacidad de espera, confiando que el otro estará allí. En el fondo del miedo al abandono está la sensación de no ser querida como uno necesita, de no ser valorada.

Es necesario no enojarnos con lo que nos pasa. Los miedos que se instalan son muy profundos. Cuando hay amor, porque estamos hablando de ese caso, cuando el amor está, no se trata de que los «hombres son fóbicos» o que «las mujeres son insoportablemente ansiosas» para citar algunos dichos bastante frecuentes. Estos juicios ubican a cada uno en el lugar de la «mala persona» cuando lo que hay detrás es un temor al dolor que suele ser mucho más intenso de lo que sospechamos. Son dolores que tocan en lo más profundo del ser humano y cada cual se protege a la manera que aprendió alguna vez, con la distancia, con la no entrega, con la desconexión o con la presión o la exigencia de determinadas pautas en la relación.

Cuando entramos en el juego del amor nuestro corazón tiende a entregarse pero nuestra personalidad, que teme perder su seguridad, tiende a evitar la entrega, para no verse cara a cara con toda nuestra humana vulnerabilidad. Duele descubrir que el amor no tiene una ruta definitiva y que en ese camino también podemos resultar heridos, por eso buscamos afanosamente que ese dolor nunca llegue, por eso aparece el miedo al compromiso que es, en definitiva, el miedo a asumir la propia vulnerabilidad.

Silvia Salinas
Lic. en Psicología de la UBA

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